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Miranda

Sin información en el hogar ni en la escuela

Por Rosanna Battistelli

Sofía se sonrojó de pronto. El lápiz que tenía en la mano se le cayó al piso. Esa tarde de julio de 2024, la adolescente de 14 años se puso nerviosa al hablar de sexualidad, un tema del que, confiesa, conoce “lo básico”, a pesar de que sabe que su amiga Andrea fue abusada por su padrastro. Cuando sus padres se enteraron, le prohibieron la amistad con su compañera de clases.

Ambas estudian 3er año de educación media general en una institución pública de la subregión Barlovento del estado Miranda. Sofía dice que en el periodo escolar 2023-2024 la profesora de biología les habló de los métodos anticonceptivos y de las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS). Pero no recuerda el nombre de ninguna.  En casa, sus padres, cuando se refieren a este asunto, lo hacen con un regaño: “Cuidadito sales con una barriga”. 

“Siento miedo de hacerles preguntas, porque pueden pensar que estoy haciendo algo malo”, confiesa Sofía. 

La historia de esta adolescente puede reflejar la de muchos jóvenes de su edad: no manejan información certera sobre sexualidad y crecen, con miedo o vergüenza, en contextos vulnerables. Y ese es un problema, sostiene María Sánchez, profesora de una escuela pública en los Valles del Tuy. En el año escolar 2022-2023 reconoce que habló poco de estos temas con sus alumnos, pues por el “paro escalonado” que cumplían los docentes (debido a sus bajos salarios) ella y sus colegas se limitaron a impartir las materias básicas del currículum. 

Sin embargo, insiste en que es fundamental brindar a los jóvenes educación sexual adecuada para prevenir la violencia, el abuso y los embarazos no deseados, y promover el bienestar integral de las nuevas generaciones. “La escuela y el hogar juegan un papel importante: deben ser espacios seguros, pero lamentablemente no se ofrece una educación integral en materia de sexualidad”. 

Alexandra Orta, madre de una adolescente de 14 años, coincide con la educadora Sánchez. Ella creció con muchos tabúes, y ahora no quiere repetir ese patrón con su hija: le ha enseñado a reconocer situaciones de riesgo, y a quién acudir en caso de necesitar ayuda, ya que considera que mientras tenga más información será menos vulnerable. Asegura que refuerza esos conocimientos en casa, ya que la información que recibe su hija en el colegio sobre la sexualidad “es muy básica”.

Pero no todos los adolescentes corren con la misma suerte que la hija de Alexandra. Nazaret de Jesús, de 13 años, suele ir con su representante a una iglesia evangélica y en casa no se habla del tema. Su madre le tiene prohibido usar redes sociales, porque a su juicio “estos medios promueven antivalores y transmiten contenido sexual a jóvenes que aún no tienen la madurez requerida”. A veces, le aconseja que evite contacto sexual antes del matrimonio: “La oriento a que debe llevar una vida ejemplar como testimonio de conversión, que sirva de modelo de ética cristiana”.

“El mejor momento es ahora”

La licenciada Leidykatte Vielma dirige la Unidad Especializada de Niños, Niñas y Adolescentes en la Policía Municipal de Independencia en los Valles del Tuy y al mes atiende uno o dos casos de niños abusados por familiares o conocidos del entorno familiar. Es por ello que observa con preocupación que los padres no están enseñando a sus hijos a establecer límites y tampoco les hablan del autocuidado.

 “El mejor momento para hablarle a un hijo sobre abuso sexual es ahora, siempre de una forma cordial, con sensibilidad y familiaridad. La comunicación es clave para protegerlos”, resalta.

 Con este enfoque está de acuerdo la oficial jefe Nakariz Correia, coordinadora de la Unidad Especializada de Niños, Niñas y Adolescentes de la Policía Municipal de Cristóbal Rojas. Ella ha escuchado muchas historias de adolescentes abusados e identifica otro patrón: la baja autoestima los hace vulnerables.

 Basado en esos conceptos, el Consejo Municipal de Derechos Niños, Niñas y Adolescentes (CMDNNA) de Cristóbal Rojas desarrolla el programa “Mi cuerpo no se toca”. Se imparte en escuelas, comunidades y bases de misiones como una herramienta para alertar sobre el abuso sexual.

 La educadora Sandra Machado ha participado en algunos de estos programas pero a su juicio las campañas que realiza el Estado para evitar el abuso sexual infantil son insuficientes. Ante esta falta de políticas gubernamentales, Machado destaca que los padres pueden marcar la diferencia en la formación de sus hijos. Sin embargo, hoy en día, no todos tienen esa posibilidad: muchos emigraron y dejaron a sus hijos bajo la custodia de terceros. Según un informe de Cecodap, unos 839.059 niños, niñas y adolescentes están separados de sus padres por la diáspora. Esto, para la coordinadora del Servicio Nacional de Medicinas y Ciencias Forenses (Senamecf) en Ocumare del Tuy, Nayit Hernández, limita la prevención.

Hay que anticiparse

La conducta de una alumna llamó la atención de la docente Magali Campos. La estudiante, de 12 años, comenzó a mostrarse retraída, con la mirada triste. Un día, en medio de una diatriba con otra compañera, tuvo un arranque de ira. “Comencé a indagar, pero se mostraba muy cerrada hasta que me contó que su padrastro había abusado de ella”.

Campos puso al tanto de lo sucedido a la madre de la víctima, pero ella desestimó la información; así que acudió al Consejo Municipal de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes (CMPNNA). Hoy, tanto el padrastro como la madre de la adolescente, están presos y su abuela se encarga de su crianza. “Son historias duras y recurrentes”, dice la educadora que cuenta esta historia para resaltar la importancia de anticiparse y trabajar en la prevención. “Si el hogar no les brinda estas herramientas a los muchachos, la escuela sería el lugar ideal. ¿Cómo hacerlo? Explicándoles las señales de abuso sexual; los límites de su cuerpo y la importancia de comunicarse ante cualquier situación de peligro”. 

En su opinión urge que el Estado venezolano garantice una educación sexual de calidad, oportuna y actualizada, a través de campañas de concientización y prevención en escuelas, comunidades y medios de comunicación; fortalecimiento de leyes y políticas de protección a las víctimas e implementación de protocolos de atención. Campos también recomienda formar y capacitar a los profesionales de la salud, educación y justicia para tratar adecuadamente los casos de abuso, así como fomentar una cultura de respeto a la diversidad y a los derechos humanos desde edades tempranas.